una intencionada disgresión
sobre la percepción de la música
Según algunos, la
música es un fenómeno necesariamente acústico, según
ellos , sin sonido no existe la posibilidad de fenómeno musical.
Tal es la opinión de talentos como Keith Jarret, quien expresa lo
dicho mas o menos textualmente en el prólogo de un libro que leí
recientemente.
Me gustaría intentar
una aproximación personal al tema. Para esto, querría establecer
una diferencia de criterios esencial. Para mí, la música
es un fenómeno emocional, no sensorial. Desde ésta perspectiva,
el fenómeno sensorial es el sonido.
Aclaremos. Entiendo la música
como una conmoción emocional. En la medida en que esta conmoción
es comunicada a una persona, se está comunicando música.
Que tiene que ver el sonido
con todo esto? Yo lo entiendo como uno de los posibles medios de comunicación
musical. Sin duda el más común y habitual, pero no necesariamente
el único. Una vez llevado a cabo el aprendizaje inicial del código,
del idioma de la música; tan necesario como el aprendizaje de cualquier
otro código para la transmisión de un mensaje, la conmoción
musical es perfectamente comunicable por la mera lectura de la partitura.
Por supuesto, para quienes no tenemos la habilidad o el talento de poder
recrear la totalidad de esta conmoción musical en nuestro espíritu
a través de la mera lectura de una página impresa, el sonido
se no presenta como el único camino viable a disposición
de ésta comunicación, de hecho tiene la ventaja de no necesitar
del aprendizaje de ningún código.
Por otra parte, y para complicar
las cosas, un sonido agradable conlleva su propio contenido estético
coincidente o no con el de la música que tiene la función
de transmitir. Este carácter estético del sonido es categóricamente
sensorial y, obviamente, susceptible de producir placer. Este placer, si
bien puede resultar coincidente en sentido con el que produce el fenómeno
musical en si mismo, es de naturaleza totalmente diferente. Mientras uno
se dirime en terreno de la emoción, el otro lo hace en el de los
sentidos.
Esto complica las cosas de mas de un modo, ya que por ser tan
fácilmente confundibles, no solo nos induce a sumar duraznos con
manzanas al querer sacar la cuenta final de la experiencia, percibida como
un conjunto, cosa perfectamente posible en este caso ya que muchas veces
los campos se superponen, sino que además plantea de una vez y para
siempre la antigua antinomia entre melómanos y audiófilos.
Para evitarla, deberíamos
tener en cuenta el hecho de que si bien en términos musicales el
fenómeno sensorial es el más probable inductor del fenómeno
emocional, esto no los convierte en fenómenos iguales o comparables.
De ningún modo.
E.C.
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