de lo esencial y lo superfluo
¿Porqué el High-End? ¿Cual es el motivo de su existencia? Una respuesta
sencilla podría ser: "Porque los seres humanos tenemos necesidad
de probar nuestros límites". En éste caso, el límite
de la perfección con que puede ser recreado un evento musical. La
cosa tiene sus vueltas.
Por las ramas
Muchas veces suceden cosas
que son resultado de otras que desconocemos, lo que produce confusión
y desconcierto al intentar analizarlas por separado. Tal es el caso del
señor de piel obscura y lanza en ristre que en el medio del África,
invierte 30 años de su vida en intentar descifrar el Mensaje de
Los Dioses caído desde el cielo en la forma de una redonda tapita
de gaseosa.
Francamente, no podemos
reírnos de este buen señor cuando cotidianamente somos víctimas
de la misma trampa , solo que planteada de otra manera. Existen demasiadas
cosas que damos por demostradas; que aceptamos como Mensajes de Los Dioses.
Por ejemplo. Si una cosa
reemplaza a otra, damos por demostrado esta última cosa es mejor
que la reemplazada. Lo llamamos supervivencia del más apto si el
terreno es la biología y desarrollo tecnológico si el terreno
es el audio. Pero, según cuenta la leyenda, los amplificadores transistorizados
desplazaron a los valvulares mucho antes de que la innegable calidad de
los desarrollos actuales justificara siquiera dicutir el tema. Más
tarde pasó lo mismo con CD vs. LP.
En ambos casos fué
una victoria rápida, producto de necesidades de mercado y no de
méritos sónicos.
De hecho, nadie pone en
duda que los primeros equipos -transistorizados y CDs- sonaban francamente
mal, toda tecnología padece dolores de crecimiento. Entonces; el
mercado nos impone cosas. En éste caso El Sr. Mercado no tiene ni
remotamente la apariencia de un Zeus omnipotente. Mas vale tiene el aspecto
de un Sr. Japonés con ojitos muy pícaros que nos explica
que el CD es "sonido perfecto para siempre", aún cuando
sabe que no es cierto.
Todo esto para llegar a
la relación entre High-End y mercado. Si bien el High-End utiliza
productos de mercado , no es un producto de mercado. No se puede simplemente
"comprar" High-End; a no ser que además del gasto en componentes
se esté dispuesto a contratar los servicios de un buen consultor.
Del mismo modo que ladrillos,
caños y tejas no suman una casa. Componentes de High-End por separado
no garantizan sonido High-End, ni remotamente. En la construcción
de una casa no basta con operarios que levanten paredes e instalen los
distintos elementos necesarios, sino que hace falta además un arquitecto
que diga como se "verá" el resultado final a priori, que
la diseñe de punta apunta y que al hacerlo tenga en cuenta las necesidades
y preferencias de los destinatarios finales. Del mismo modo en términos
de sonido hace falta que alguien ocupe el lugar del arquitecto a la hora
de poner a punto un sistema si se espera que componentes High-End entreguen
sonido High-End.
Quiero decir que requiere
una inversión en tiempo personal, suyo o del consultor. Pero, aunque
idealmente ese alguien debería ser Ud. -y vale la pena tomarse el
trabajo- estoy casi seguro de que lamentablemente es mucho más probable
verlo aumentar en $200 el presupuesto destinado a su equipo de audio al
momento de la compra, que invirtiendo todo un fin de semana en poner a
punto su sistema de sonido.
Sin embargo, los mejores
resultados se obtienen por el camino de la inversión de tiempo personal.
Por supuesto el dinero es determinante; pero se sorprenderá al descubrir
cuanto menos gasta por este camino. Además, High-End no es sinónimo
de High-Price, es posible lograr un verdadero equipo de High-End por menos
dinero del que cuesta una buena heladera. Punto y aparte.
Aclarando de que se trata
El High-End es en principio
una actitud, y es un criterio. Una actitud que prescinde de componentes
y procedimientos que no sean absolutamente indispensables, porque todo
lo que la señal encuentra en su camino indefectiblemente la degrada,
en mayor o menor grado. Y también es un criterio que sostiene que
todo componente resulta un compromiso, entre lo que aporta y lo que toma.
Hagamos memoria. Una de
las tres premisas conceptuales que dieron origen al High-End surge en occidente
a la luz de una controversia entre quienes sostenían que esto del
sonido era materia enteramente opinable, motivo por el cual uno tenía
derecho a equalizarlo, plancharlo o enrularlo. En definitiva, procesarlo
para que quedase a gusto del consumidor. Y quienes sostenían que
la verdad era la grabación original y el nombre del juego, reproducirla
tan verazmente como fuera posible. El slogan de estos últimos era
que la electrónica del sistema debía ser lo más parecido
posible a "un cable con ganancia", es decir, no hacerse notar.
Luego se supo que los cables si se hacen notar, pero esa es otra historia.
Esta tesitura, llevada a
sus últimas consecuencias, significa prescindir de todo lo prescindible:
controles de tono, llaves de conmutación de canales o sistemas de
parlantes, filtros de todo tipo, etc. y deriva en la propuesta que suscriben
los puristas de hoy en día, de que cada soldadura o conexión
innecesaria "molesta" y está de más. Esta tendencia
dio en llamarse "minimalismo".
La segunda premisa es casi
una extensión de la primera. En algún lugar de los setentas,
algunos diseñadores, entre los que destacó Mark Levinson,
señalaron que la excelencia de componentes y diseño era el
único método válido de implementar ese "cable
con ganancia". Aparecieron en escena gradualmente fuentes de alimentación
robustísimas -sobredimensionadas si se la ve desde un criterio convencional-,
resistencias de metal-film, capacitores con dieléctrico de teflon,
conectores con baño de oro o aleación de rodio, etc. Finalmente,
ningún detalle fue descuidado. Como es lógico, esta propuesta
de jugar a lo mejor sin importar el costo resultó en equipos carísimos
desde todo punto de vista. Esta condición de excelencia, por sí
misma, es lo que se denominó "state of the art".
Pero lo que realmente define
el concepto del High-End es la tercera premisa. Porque en realidad, un
sistema podría catalogarse como de High-End por el solo hecho de
responder a ella, aún cuando no responda a los dos criterios anteriores.
Tiene que ver con el resultado final. No implica necesariamente altos costos
ni criterios minimalistas y es de tal sutileza que cualquier desprevenido
podría pasarla por alto.
Me refiero al fenómeno
de la comunicación musical. La medida del High-End es la medida
de la comunicación musical. Un sistema será tan High-End
como música sea capaz de comunicar. ¿Como se mide esta capacidad?
Es imposible de cuantificar, medir o ponderar en términos objetivos.
Básicamente, se trata
de la "habilidad" de un sistema para producir una conmoción
emocional a través del realismo con que logra recrear un evento
musical.
O, si lo prefiere, es la
alquimia necesaria para convocar un delicado equilibrio entre música,
sonido y emoción.
E.C.
www.audioperformance.com.ar